sábado, 30 de octubre de 2010

Cincinato e Hipólito Mejía


Cincinato e Hipólito Mejía:
Del Arado al Poder del Estado
Dr. Willians De Jesús Salvador
Si a Roma le amenazaba un grave peligro, interno o externo, el Senado nombraba un dictador por un periodo de seis meses y le investía de un poder ilimitado sobre la comunidad, incluida la vida de los ciudadanos. El dictador era pues un cargo limitado, excepcional, y nadie podía ejercerlo por más de seis meses; cumplida su misión, el cesante volvía a ser un ciudadano cualquiera, dispuesto a rendir cuentas sobre las medidas tomadas durante su mandato.
Cierta vez, los romanos se enzarzaron en una peligrosa guerra contra un pueblo vecino, los ecuos. Sobrevinieron malas noticias: uno de los cónsules era de una incompetencia militar increíble. Desesperados, los romanos solo vieron una solución: concentrar todos los poderes en manos de un solo hombre. Y eligieron a Lucio Quincio Cincinato, (519 a. C.-439 a. C.),  un patricio que adquirió fama como cónsul por su valor y su talento político. Cuando los enviados del senado llegaron a la pequeña granja que Cincinato poseía al otro lado del Tíbet para comunicarle el resultado de la votación, el antiguo cónsul estaba arando su campo.
A la mañana siguiente se presento en el Foro con toga de  orla de púrpura y llamó a todos los romanos a todos los ciudadanos a salvar a Roma. Transcurridos apenas seis días, Cincinato se despojo de la toga orlada de púrpura, , y aunque aún podía prolongar el poder durante seis meses, se reintegró a su arado. En adelante, Cincinato constituyó un símbolo del espíritu cívico de los romanos.
La ciudad estadounidense de Cincinnati perpetúa su recuerdo. Se la denominó así en homenaje al que entonces se consideraba como el Cincinato de los Estados Unidos: George Washington.
Veinte años después de su victoria sobre los ecuos, Cincinato volvió a salvar a su pueblo. Un romano influyente, Espurio Melio, intentó en 439 a.C. un golpe de estado. Al menos, se le acusó de ello. Hombre riquísimo, al ser Roma afligida por el hambre pensó que podría apoderarse del mando gracias a su fortuna. La situación era tan desesperada que, según Tito Livio, había quienes se arrojaban al Tíbet para acortar sus sufrimientos. Fue entonces cuando Melio compró mucho trigo a los etruscos y lo repartió entre el pueblo hambriento. La plebe le seguía seducida por las dádivas. Melio tenía intenciones ambiciosas e inconfesables y las autoridades pronto obtuvieron pruebas de su culpabilidad.
Roma estaba en peligro y amenazada, por este avaricioso hombre que solo quería el poder para aumentar su fortuna, entonces, Se eligió otra vez a Cincinato. Tenía entonces ochenta años, pero su vigor físico e intelectual estaba aun intacto. Envió a Servilio (jefe de la caballería, magister equitum) para comunicar a Melio que el dictador le llamaba. Melio comprendió que aquella citación era sospechosa y huyo pidiendo protección al pueblo. Pero Servilio le detuvo y le dio muerte. Después, relató los hechos a Cincinato y éste le dijo: "Cayo Servilio, ¡Gracias por tu valor! ¡El Estado se ha salvado!
Así mismo, el pueblo dominicano reclama en esta hora de terribles dificultades para la República Dominicana, en que la Pobreza aumenta a límites insospechados, el país está hipotecado con una deuda externa que compromete la presente y futuras generaciones, la delincuencia, la violencia, la inseguridad ciudadana y la corrupción que no encuentra dique de contención en un gobierno que perdió los horizontes de la decencia administrativa.
Así como la República Dominicana llamó en el 1961 al PRD, para restaurar la Democracia conculcada por 31 años. Luego volvió a reclamar al PRD  en el 1965 para la vuelta a la Constitucionalidad y en el 1978 para deponer el régimen de 12 años de sangre, crímenes y terror de Balaguer. Hace 10 años que la sociedad en su conjunto llamó al Ing. Hipólito Mejía para detener la salvaje privatización del patrimonio del Pueblo Dominicano.  Hoy el pueblo vuelve a llamar al Cincinato dominicano, al Ing. Hipólito Mejía, para que el Estado Dominicano, no perezca en estas hordas que superan las devastaciones de Osorio.

El autor es Médico y Diplomático.

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