Marzo 2011, 11:20 PM
Como se había advertido, Hipólito Mejía resucitó en las primarias del PRD, pero los perdedores podrían aguarle la fiesta prolongando el tradicional pataleo
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JUAN BOLÍVAR DÍAZ (juanbolivardiaz@gmail.com) Quieren aguarle fiesta a pesar del aval que gran parte de la opinión pública le ha dado a los resultados de la convención y a las señales de que la mayoría de los perredeístas se irá de su lado.
La elección del agrónomo Hipólito Mejía como candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) no sorprendió a ningún buen observador como tampoco el tradicional pataleo de los perdedores, pero sí la altísima votación, el éxito organizativo y el orden que predominó en la jornada de votación.
Los objetores no tienen posibilidad de revertir el resultado avalado por la casi totalidad de la opinión pública y que arrastrará a la gran mayoría de los perredeístas, pero podrían aguar la fiesta prolongando el conflicto aún al costo de sepultar definitivamente la carrera política del ingeniero Miguel Vargas Maldonado.
La victoria de Papá. El resultado de la elección del candidato presidencial del PRD para los comicios del 2012 no fue tan apabullante como vaticinaban los contendientes y la generalidad de las encuestas, pero marcaron una clara victoria para Hipólito Mejía. En realidad no hubo ninguna sorpresa para los buenos observadores, ya que por todas partes se podía advertir la fuerza progresiva que ganaba el carismático y persistente político tras ser rehabilitado para candidato por la Constitución de Leonel Fernández y Vargas.
La consigna “llegó Papá”, que comenzó como una simple expresión del folclor político nacional, del clientelismo y el paternalismo, y objeto de bromas, prendió en todos los sectores sociales como expresión de “la orfandad en que se sienten amplios segmentos poblacionales a causa de la inseguridad y las insatisfacciones económicas”, a juicio de un destacado siquiatra.
Un humilde dirigente de una asociación de trabajadores pensionados dijo esta semana en el Almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio que “Hipólito viene como un recurso de amparo y como castigo a una intelectualidad mal empleada”. Esa consigna está tan pegada que fue replicada en un “llegó mamá” para promover a la primera dama Margarita Cedeño, con la complacencia de ella y del primer mandatario, como fotografió HOY el viernes.
Varias encuestas privadas no publicadas, de políticos y empresarios, marcaron el ascenso progresivo del exPresidente, quien proyectaba una seguridad de actor, y entre sus contrincantes cundió el pánico en las últimas semanas, lo que les llevó a multiplicar su inversión publicitaria y a duros ataques que subestimaban la figura de Mejía.
El balance final de 53.44 por ciento de los votos para Mejía y 46.56 para Vargas Maldonado, implica siete puntos de diferencia, habiendo ganado en el Distrito Nacional y 20 provincias, incluyendo las de mayor población urbana como Santiago, San Cristóbal, La Vega, Puerto Plata, San Juan y Peravia. Obtuvo el 55.20 por ciento de los votos computados en Estados Unidos, con 57.78 por ciento en Nueva York.
El boletín final emitido por la Comisión Nacional Organizadora (CNO) de la XXIX Convención del PRD, abarca el 87% de los 3,641 centros de votación, de los cuales 37, el 1.02 por ciento, no operaron y 436, el ll.97%, no entregaron las actas, lo que se atribuye a renuencia de los perdedores y habría aumentado la diferencia. Los votos válidos fueron 967 mil 900, el 98.45% de los 983 mil 175 emitidos.
Objeciones de Vargas. Antes de que la CNO emitiera el primer boletín informativo a 18 horas del cierre de las urnas, ya Vargas Maldonado, obviamente en conocimiento del resultado, lo impugnó, alegando que se había permitido “la inclusión de más de 400 mil militantes del PLD” en el padrón semi abierto de electores, lo que “hizo posible que decenas de miles de peledeístas participaran en la convención interna del PRD”. En una instancia dirigida a la comisión organizadora se le pedía que suspendiera la publicación del resultado electoral hasta que se estableciera cuántos peledeístas habrían votado, y posteriormente los han cuantificado en 200 mil.
La opinión pública en general restó mérito a la impugnación desde el primer día porque no fue acompañada de una sola prueba o indicio substancial. Casi todos los periódicos editorializaron ponderando el orden, la organización y la concurrencia masiva, felicitando a los organizadores, mientras articulistas y comentaristas reducen la impugnación a “simple pataleo”. Todavía el viernes Los objetores no habían presentado un indicio serio de sus objeciones y rehuían las entrevistas de radio y televisión.
Desde días antes de la votación, Vargas Maldonado había denunciado que cientos de miles de peledeístas irían a votar, razón por la cual se negaba a firmar el pacto que obliga a los contendientes a aceptar el veredicto. Miembros de la CNO propusieron aplazar la convención para realizar una más rigurosa verificación del padrón general de electores, del cual habían excluido unos 450 mil dirigentes y militantes del PLD y 30 mil del Partido Reformista que aparecen en los padrones de esos partidos de que disponen los perredeístas hace 5 años. No aceptó el aplazamiento, según algunos, porque creía que beneficiaba a Mejía cuya preferencia crecía de día en día, y firmaron el pacto cuando se adoptó una resolución que permitía observar el voto de quienes fueran considerados peledeístas.
Pueden aguar la fiesta. Con el prestigio de las cabezas de la CNO, Enmanuel Esquea, Milagros Ortiz Bosch, Hugo Tolentino, Ivelisse Prats y Quico Tabar, y la legitimidad que le ha conferido la opinión pública a la elección de Hipólito Mejía y dada la imposibilidad de demostrar la objeción, la perspectiva indica que más tarde o más temprano será un hecho cumplido. No hay manera de imaginar otra votación, por lo que el resultado terminará siendo validado por el máximo organismo del PRD, que es su Comité Ejecutivo Nacional.
Pero mientras tanto, no hay dudas de que una prolongación de la disputa puede aguar la fiesta que los militantes y simpatizantes perredeístas protagonizaron el domingo 6 de marzo, frustrando el espacio ganado y reactivando las críticas a las reiteradas garatas e incapacidades del PRD para la auto gestión, ahora sin arbitraje de la Junta Central Electoral.
Es obvio que en una división Vargas Maldonado y su grupo no arrastrarían el 46 por ciento de los que los favorecieron en las urnas, pero una fragmentación podría ser suficiente para liquidar las posibilidades partidistas para el 2012, razón por la que el habilidoso Hipólito Mejía hace esfuerzos por resolver el conflicto.
Una semana más debería ser suficiente para que los ánimos se enfríen y prevalezca la racionalidad, y en tal caso Miguel Vargas tendría que decidir si comete otro error político peor que los que se le atribuyen, porque podría liquidar definitivamente su carrera política, o si busca una salida para mantenerse como reserva, reivindicando el respaldo de casi la mitad de su partido. Se sabe que hay quienes intentan ayudarlo a recuperar la racionalidad, incluyendo a su amigo el ex presidente panameño Martín Torrijos y a algunos de sus propios partidarios.
Una impugnación poco creíble
Un voto masivo de los peledeístas es muy difícil de ejecutar, dado que en los barrios y pueblos los dirigentes y militantes se conocen. Implicaría una organización minuciosa que no esperaría a una imprevista prolongación por una hora de la votación, como se argumentó. Ni podría realizarse en secreto.
El hecho de que apenas observaran 1,924 votos, 0.20 por ciento del total, y menos de uno por centro de votación, indica que ni los seguidores de Vargas pudieron detectar los presuntos intrusos, teniendo tres personas en cada mesa y múltiples en los alrededores. Eso resta credibilidad a la impugnación, que por cierto no se hizo ni en un centro de votación, como requiere el reglamento.
Si no pudieron detectar decenas de miles de peledeístas en los centros de votación, con las personas físicas, sería imposible hacerlo a posteriori, a través de los listados. Sólo hay que considerar cuántos meses requeriría una verificación de los padrones que aunque concurrieron en 3 mil 641 centros de votación, corresponden a más de 13 mil colegios electorales. Tampoco hay forma de saber por quién votó cada uno del millón concurrente.
En declaraciones públicas, dirigentes del PLD han rechazado que sus militantes fueran enviados a votar en la convención perredeista y en privado han ridiculizado el argumento. Un precandidato lo consideró impracticable, señalando que era más factible influir, si lo querían, mediante financiamiento. Nadie puede descartar que algunos peledeístas anónimos votaran, pero eso es un riesgo del padrón “semi-abierto” que ha utilizado el PRD para elegir candidatos y dirigentes desde el 2007. Por demás, entre los comicios del 2004 y 2010 el PLD ha reducido su votación en 422 mil votos, lo que implica que muchos podrían ahora simpatizar por el PRD.
La objeción de Vargas parece tomar cuerpo cuando señala la alta votación de más de un millón 100 mil, proyectada a la totalidad de los centros de votación. Pero se cae cuando se recuerda que él mismo dijo en febrero que en un operativo de pocas semanas había logrado el apoyo de 500 mil electores. Cantidad similar argumentó Mejía, ambos con obvias exageraciones, pero sin duda movilizaron decenas de miles. La votación del PRD y aliados en el nivel municipal en las elecciones del año pasado fue un millón 531 mil 643 votos y en las presidenciales del 2008 un millón 654 mil 66